lunes, 29 de septiembre de 2008

PERCEPCIONES SOBRE EL CONFLICTO POLÍTICO Y RIESGOS DE VIOLENCIAS EN LA CIUDAD DE COCHABAMBA DURANTE EL REFERÉNDUM REVOCATORIO DEL 10 DE AGOSTO 2008

OBSERVACIÓN Y PREVENCIÓN DE VIOLENCIAS
COLECTIVO RIMARIKUNA – COCHABAMBA, BOLIVIA

INFORME

Introducción

El Colectivo Rimarikuna nació en agosto 2007 a partir de una reunión de consulta sobre la prevención de violencias, la cual fue convocada por miembros de la Plataforma Latinoamericana y Caribeña para la Prevención de Conflictos Armados y/o Violentos y la Construcción de la Paz. Dicha reunión abordó el rol de la sociedad civil en la prevención de estallidos de violencia como el que marcó la ciudad de Cochabamba el 11 de enero 2007. El Colectivo Rimarikuna apuesta por procesos de cambio social no violentos hacia un mundo en el que prevalezcan las culturas de paz con justicia.

El Referéndum Revocatorio

El Referéndum Revocatorio del 10 de agosto 2008 que organizó la Corte Nacional Electoral en todo el territorio boliviano, consultó a la población sobre dos preguntas:

- ¿Usted está de acuerdo con la continuidad del proceso de cambio liderizado por el Presidente Evo Morales Ayma y el Vicepresidente Alvaro García Linera?

- ¿Usted está de acuerdo con la continuidad de las políticas, acciones y la gestión del Prefecto del Departamento?

Antes de realizarse el Referéndum, los medios de comunicación del país presentaban visiones muy diversas sobre su significado y grado de importancia. Algunos calificaban la consulta popular como una posibilidad de salir del “empate político” que percibían. Otros llamaban el Referéndum un “nuevo atentado a la legalidad democrática”,

La observación de violencias

Las múltiples injusticias e inequidades que históricamente han marcado la vida de las mayorías del país, se expresan en relaciones sociales violentas. Podemos observar cómo las formas en las que se presentan estas violencias de manera subyacente en el diario vivir, a menudo se complementan con estallidos de ira, odio o temor que aumentan la sensación de estar en una situación de crisis. En la observación y el análisis de las violencias, ambos tipos de violencias –el primero estructural y el segundo directo –deben ser considerados.

Para el Colectivo Rimarikuna, el Referéndum Revocatorio brindó una primera oportunidad para realizar en la ciudad de Cochabamba un sondeo público de las percepciones, expectativas y temores que viven entre la población sobre el conflicto político y sus riesgos de devenir en violencias. Por ello, la iniciativa cuyos resultados presentamos a continuación, se limitó a explorar las ideas de la población sobre las violencias directas, sin tener la pretensión de aportar, en el corto plazo, a una prevención de esas violencias.

Preguntas sobre las violencias

Antes de salir a la calle, los miembros del Colectivo Rimarikuna activaron sus contactos personales e institucionales en Bolivia y el exterior, con el fin de facilitar un flujo de información directo y, de ser posible, instantáneo sobre los acontecimientos. En un taller interno de análisis de riesgos, se elaboró un diagnóstico de violencias potenciales y de lugares en donde éstas podrían materializarse durante y después del Referéndum.

Para dar consistencia a las observaciones y entrevistas que se planeaba hacer, se formularon tres preguntas:

1) ¿Cree Usted que este Referéndum es un aporte a la democracia en Bolivia?

2) ¿Qué piensa Usted de los sucesos violentos de estos últimos tiempos?

3) ¿Qué espera Usted para el próximo futuro
¿Qué pasará en caso de la revocación del Presidente de la República
¿Qué pasará en caso de la revocación del Prefecto de Cochabamba?

Riesgos anticipados por el Colectivo Rimarikuna

Las violencias y confrontaciones que se dieron meses, semanas y días antes del Referéndum Revocatorio, influyeron de manera determinante en la idea de anticipar posibles violencias durante o después del 10 de Agosto. Desde que el Presidente Morales tomó oficio se han ido aumentando las vejaciones y golpizas de corte racista en el país. Esta tendencia encontró un primer punto de quiebre durante los enfrentamientos del 11 de enero 2007 en Cochabamba.

Medio año antes, en julio 2006, más del 60% de la población del departamento se había expresado en contra de la inclusión del tema de las autonomías departamentales en el nuevo texto constitucional. Sin embargo, en diciembre 2006 Manfred Reyes Villa, Prefecto de Cochabamba, desconoció dicho resultado y anunció la organización de un nuevo referéndum sobre el mismo tema. Como respuesta, movimientos sociales liderizados por regantes, organizaciones municipales y productores de coca pidieron la renuncia de Reyes Villa, y en enero 2007 instalaron una vigilia frente a su oficina. La confrontación pronto adquirió una cara más nacional que departamental. La tensión creció con los días. El 8 de septiembre, luego de una intervención de la Policía Departamental, participantes de los grupos en protesta quemaron la sede de la Prefectura. Las imágenes del antiguo edificio en llamas impactaron en la población y el día 11, a partir de una concentración de protesta en contra de la vigilia, se desató en una pelea sangrienta entre grupos de civiles que la Prensa Nacional, de manera cuestionable, identificó respectivamente como “ciudadanos” y “campesinos”. En lo posterior se demostró la participación intencionada en las violencias de grupos de opositores, articulados con “autonomistas” de Santa Cruz. Pero las violencias del 11 de enero también dejaron al desnudo una segregación social nunca sospechada en la “llajta”. Pasó a la historia el mito de la “Cochabamba multicultural”.

Durante todo el año 2007 crecía el clima de confrontaciones en Sucre, en donde había comenzado a funcionar la Asamblea Constituyente, luego de muchos meses de inoperatividad. En dos momentos se dieron enfrentamientos abiertos, el primero catalizado por la negativa de los asambleístas de considerar la posibilidad de que Sucre fuese concedido capitalía plena; y el segundo por desacuerdos con la manera en la que el partido gubernamental preparó la aprobación de una nueva propuesta constitucional.

En este contexto de desacuerdos y forcejeos, el 24 de mayo 2008 el país entero fue testigo de la humillación pública de un grupo de campesinos por “universitarios” en la ciudad de Sucre. La población expresó su indignación por este nuevo paso hacia la intolerancia y el racismo abierto. En este caso los sucesos violentos se dieron en el contexto de manifestaciones de rechazo a una visita del Presidente Morales a la ciudad para la entrega de ambulancias.

Los “estudiantes” de Sucre no actuaban de manera desarticulada. En varias localidades de los seis departamentos que los prefectos opositores proclamaban “suyos”, grupos civiles habían comenzado a tomar aeropuertos y otras instalaciones públicas, con el fin de demostrar que “el Presidente no tenía pisada en la mayor parte del territorio nacional”.

A esto se sumaban las medidas como la huelga de hambre y bloqueos de parte de los comités cívicos de los departamentos de la “media luna” (Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija). Los protagonistas insistían en demandas de autonomía departamental y reclamaban para sí las ganancias de la nacionalización de los hidrocarburos, a la que irónicamente se habían opuesto antes. Cerca de la fecha del referéndum se dieron además varias manifestaciones en torno a demandas sectoriales, organizadas entre otros por la Central Obrera Boliviana y algunas de sus secciones departamentales. “En épocas de mayor presión es más probable que el Gobierno ceda”, era su razonamiento.

En este contexto, el Colectivo Rimarikuna tenía motivos adicionales para anticipar posibles violencias en la ciudad de Cochabamba. Por un lado, el Prefecto Reyes Villa y sus aliados políticos habían logrado con bastante éxito promover una imagen del departamento como una zona fronteriza entre el “occidente oficialista” y el “oriente opositor”. La posibilidad de que en Cochabamba existiese un empate entre ambas posiciones polarizadas daba lugar a sospechar la eventualidad de acciones y reacciones violentas. Existían, además, rumores sobre la existencia de grupos organizados de “defensa” o “choque” en ambos lados de la división ideológica. Otro elemento que dio lugar a anticipar violencias era la tajante oposición del Prefecto al Referéndum. Reyes Villa insistía en la ilegalidad de la consulta y afirmaba que no respetaría sus resultados.

Es así que, tomando en cuenta todos los datos y rumores, el Colectivo Rimarikuna realizó un análisis de los lugares más probables para la generación de violencias. Pensábamos en partes de la zona norte en donde las posiciones políticas se mostraban como divididas. También preveíamos la posibilidad de confrontaciones violentas en el centro de la ciudad, inmediatamente después de conocerse los resultados del Referéndum.

¿Qué anticipaba la gente?

Cuando salimos a las calles el día del Referéndum, todo era tranquilo al igual que en anteriores elecciones. Como todo domingo en la ciudad de Cochabamba, no había muchas personas en las calles. Solo cerca de los recintos de votación se lucía todo tipo de bicicletas y había algunos sectores en donde niños y jóvenes jugaban futbol.

Algo no muy usual en relación a anteriores elecciones, era la presencia de bastantes ambulancias y automóviles que portaban avisos de permiso de la Corte Electoral, casi todos ellos con mención del partido político Acción Democrática Nacionalista (ADN), el cual perdió su personería jurídica tras el pobre resultado en las elecciones de diciembre 2005.

Durante nuestras visitas a diferentes establecimientos que albergaban mesas electorales, recogimos opiniones muy diversas respecto a lo que significaba el Referéndum para la gente, las violencias ocurridas y las que se esperaban tras conocerse los resultados de la consulta popular.

A. Referéndum y democracia

En general, se asumió el Referéndum como un hecho consumado. También se valoraba el hecho que la gente estaba acudiendo en buen número a la votación. Algunos destacaron que el Referéndum no resolvería el conflicto del país, y que cualquier resultado polarizaría aun más a la población. Para otros, representaba un acto muy importante que contribuiría de manera no violenta a encontrar el camino para afrontar el conflicto considerando la opinión de los ciudadanos.

A menudo, los entrevistados más jóvenes expresaban visiones más pesimistas y desilusionadas mientras que señoras y señores mayores opinaban que la situación podría mejorar.

A continuación reproducimos algunas citas:

“He visto que no hay mucha expectativa de la gente, lo ha hecho por cumplir” (joven participante de un grupo de “Control Electoral”).

Tal vez circunstancialmente se aceptaría los resultados pero no se internalizarían, por lo cual continuaría la violencia… Puede ser que gane uno o el otro, y ambos van a querer hacer prevalecer su voto y viceversa. Entonces, se va a agrandar.” Pregunta: “Es decir ¿más polarización? “Respuesta: “Exacto” (jueza de mesa de votación).

“El gran ganador del proceso es el pueblo porque el Referéndum va a dotar otro mecanismo mas para que su voz sea escuchado en el proceso democrático, es un paso mas, es profundizar la democracia, porque ninguna varita mágica va a solucionar los problemas del país, por tanto es un aporte mas a la democracia” (señor que participó con su voto).

B. Las violencias recientes

Al expresarse sobre las recientes manifestaciones de violencia en el país, los entrevistados y entrevistadas opinaban a la vez sobre la gestión política del gobierno y/o opositores. Algunos culpaban al gobierno de ser soberbio. Otros lo hacían más bien por no controlar mejor la situación, a la vez que acusaban a la oposición por querer hacer quedar mal al gobierno:

“el gobierno no hace nada contra los opositores, como antes se tomaba preso a los políticos.”

También hemos escuchado bastantes personas que calificaban las violencias como el resultado de un mal entendimiento o de ambiciones egoístas de unos cuantos que no piensan en el país:

“…ni el uno ni el otro se pone de acuerdo para poder llevar delante de lo que significa el país. Cada cual tira para su lado, con sus ideas, con sus políticas, y nadie quiere sentarse a concertar.”

hay que distinguir entre manifestaciones legitimas de sectores grandes de la sociedad y problemas causadas por grupos pequeños de delincuentes.”

C. Las violencias del próximo futuro

Muchos de los entrevistados expresaban su temor por producirse violencias muy pronto. La mayoría pensaba además que las violencias serían inevitables y crecerían con el tiempo:

“Siempre es así…”

“No sabemos apreciar nuestro país. Aún no tenemos consciencia.”

Una de las causas de las violencias del próximo futuro sería la revocación del Prefecto de Cochabamba y su negativa para renunciar al cargo. En un grado mucho menor, se hizo también mención de la posibilidad de que el Presidente Morales no aceptaría renunciar. En ambos escenarios, varias personas preveían la movilización inmediata de sectores populares afines al Gobierno:

“(El presidente) va a movilizar a sus masas para que haya conflictos. Cochabamba es el centro de todos los conflictos…. Dicen que van a llegar camionadas de campesinos”. Pregunta: “¿Dónde han escuchado esto?” Respuesta: “Siempre en la radio y televisión están comentando sobre eso.” (jóvenes participantes de un grupo de “Control Electoral”).

“Va a presentarse mucho más conflicto a partir de ahora ¿no? a partir de lunes, mañana” (señora jueza de una mesa de votación).

Otros expresaron sus temores por posibles violencias sin ser explícitos sobre las formas en las que éstas se manifestarían:

"si pierde Evo, va a haber un caos"

También el señor Oscar Zurita, Presidente del Comité Cívico de Cochabamba, nos respondió que las violencias se presentarían al día siguiente del Referéndum, sin importar el resultado.

¿Por qué en Cochabamba no hubo violencias durante y después del Referéndum?

Afortunadamente, las posibles violencias que anticipábamos en Cochabamba durante y después del Referéndum, no se llegaban a concretar. ¿Qué pasó? ¿Nos equivocamos en nuestro análisis de riesgos? ¿Se presentaron factores nuevos que aportaron a la disuasión de violencias? Sí. Hay explicaciones en la respuesta a ambas estas preguntas.

En general, es más fácil sacar conclusiones sobre la existencia de algo que sobre la ausencia del mismo. En el caso de la violencia, debemos reconocer que el estado normal de la sociedad, aún en el contexto del conflicto social, es marcado por la falta de violencia directa, aunque siempre existen varias formas de violencia estructural. Sin embargo, presentaremos algunas conclusiones tentativas, en base a las observaciones que realizamos antes, durante, y después del 10 de agosto 2008.

Las violencias no son propias

Un primer tema a tratar surge del hecho que en la mayoría de las entrevistas, la gente que esperaba violencias indicaba que éstas serían provocadas por “el otro lado.” Nadie nos habló de una disposición propia al uso de la violencia. Quienes apoyaban la idea del Referéndum –y generalmente también apoyaban al Presidente –expresaban preocupaciones por la postura del Prefecto de Cochabamba y su posición de no reconocer el Referéndum. Ellos se referían a posibles acciones de seguidores de Reyes Villa. Quienes no estaban de acuerdo con el Referéndum –ni con el Gobierno Nacional –anticipaban violencias a manos de “los MASistas”, partidarios del Presidente. Éstos actuarían en defensa del Presidente si éste fuera revocado, o bien intentarían “tomar la Prefectura” tras una revocación del Prefecto, peor si éste no abandonaría su puesto.

Contábamos con una información no oficial de contactos con partidarios del MAS quienes plantearon la organización de una “defensa de las urnas” contra posibles ataques de grupos afines a la Prefectura. Los lugares en donde estas acciones se efectuarían serían la Universidad Católica y el Instituto Americano, entre otros. Sin embargo, en ninguna parte ha habido ataques a las urnas, ni tampoco hemos observado una presencia organizada del MAS en estos recintos de votación.

Al parecer, los conflictos violentos del pasado reciente ayudaron a crear una actitud anti-violencias, la cual se manifestó de dos formas. Primero, en relación al miedo –la creencia que gente del “otro lado” de las divisiones políticas estaría nuevamente dispuesta a recurrir a la violencia. Y segundo, en relación al deseo de todos de evitar violencias, y como mínimo, no provocarlas. En consecuencia, lo que observamos fue una situación tensa pero pacífica.

Es importante mencionar el gran esfuerzo que realizaron varios grupos e instituciones en Cochabamba desde el 11 de enero 2007, para evitar más violencias. Mediante la difusión de textos y documentales audiovisuales sobre las violencias del 11 de enero 2007 (Cochabamba) y del 24 de mayo 2008 (Sucre), la organización de foros y debates, y otras actividades, ellos ayudaron a colocar la prevención de violencias en la agenda pública.

“Control Electoral” en vez de bloqueo

Un segundo tema es la constatación que quienes se oponían a la realización del Referéndum, abandonaron sus anteriores estrategias de bloqueo. A cambio, ellos eligieron concentrar sus esfuerzos en el objetivo de demostrar el fraude electoral que creían poder comprobar. En muchos recintos electorales hemos observado la presencia de gente – mayormente hombres y jóvenes – con brazaletes que decían “Control Electoral.” Evidentemente se trató de un grupo grande y bien organizado.

En nuestras entrevistas con varios de ellos, casi todos mencionaron que consideraban ilegal el Referéndum:

“Es ilegal y nosotros hemos salido a proteger, más que todo”.

Sin embargo, los entrevistados no coincidieron en la identificación de las agrupaciones que les habían organizado. Algunos dijeron que era una iniciativa de Acción Democrática Nacionalista, mientras que otros aseguraban que no había ninguna afiliación partidaria. De acuerdo con un señor que operó en representación del “Control Electoral” en el Instituto Americano:

“Nos hemos agrupado en torno a lo que son las instituciones a nivel departamental… Estamos involucrados el Comité Cívico, el Comité Interinstitucional, la Prefectura, o sea, todas las instituciones vivas de Cochabamba… como ser también los jóvenes por Cochabamba, entidades como el Rotary Club, como el Club de Leones, como los Cámara Junior…. El Comité Interinstitucional es mayormente el armamento político para nuestra plataforma para nuestra autonomía departamental.”

Para todos ellos el propósito de su presencia era el monitoreo de las mesas y la observación de irregularidades. Algunos afirmaron que ya habían podido demostrar la existencia de fraude. Con respecto a la posibilidad de que Reyes Villa podía ser revocado y no renunciar, todos opinaron que de ser revocado, el Prefecto tendría que abandonar su puesto:

“(El Referéndum) va a dejar más problemas que soluciones, pero de todas maneras, la gente se ha presentado, entonces ante esta situación, es el pueblo que manda, ¿no?

El MAS ayudó a evitar violencias

En tercer lugar, el Gobierno y el MAS buscaron eludir las confrontaciones. Los entrevistados quienes se identificaban con la oposición señalaban al Gobierno y el MAS como la principal fuente de cualquier acto de violencia:

“El Gobierno puede decretar un Estado de Sitio en el país y ese es nuestro gran miedo. Él puede provocarlo… la violencia en el país es provocada por el Gobierno, mayormente, por las situaciones, que está presionada por la Central Obrera, por los maestros… sectores a los cuales les debe favores y no les ha cumplido.”

En los hechos, tanto el Gobierno Nacional como los activistas del partido oficialista no solo mantuvieron una postura noviolenta, sino además entraron en acción para prevenir violencias de otros grupos sociales. El martes 12 de agosto, horas antes de que Manfred Reyes Villa abandonara la Prefectura, miembros de la Red Tinku a quienes consultamos en la Plaza 14 de septiembre, comentaron cómo en la noche del domingo 10 se habían agrupado en la misma plaza. Tras conocer los resultados preliminares del Referéndum que indicaron la revocación del Prefecto, ellos habían pretendido tomar la Prefectura por la fuerza. Sin embargo, fueron desalentados por un grupo de MASistas quienes les convencieron abandonar su plan y juntarse más bien a la fiesta que se estaba celebrando en la sede del partido.

De no haber operado de esta manera, el MAS probablemente habría sido acusado de promover violencias; de modo que había para el partido gubernamental un doble motivo para prever los posibles sucesos y actuar en prevención de cualquier suceso provocativo.

Vemos necesario señalar que varios medios de comunicación confundieron a la población al indicar que el MAS habría querido tomar la Prefectura. Nuestra información demuestra una realidad completamente distinta que merece ser conocida y valorada por la sociedad boliviana. También el Gobierno Nacional demostró mucha madurez en su forma de tratar el relieve del Prefecto revocado. Las preocupaciones de muchos quienes anticipaban un desalojo de la Prefectura por la fuerza policial, resultaron innecesarias. El Ejecutivo optó por esperar hasta que Reyes Villa tomara consciencia de su debilitada situación.

El retiro silencioso de Reyes Villa

La última observación nos lleva al cuarto elemento. Los resultados del Referéndum demostraron de manera contundente la gran pérdida de legitimidad que había sufrido la gestión prefectural de Cochabamba. También en relación a los nuevos protagonismos que se disputaban los distintos líderes opositores, quedó expuesto el alto grado de aislamiento político de la figura de Reyes Villa. El argumento central que él defendió “hasta las últimas consecuencias” fue el de la legalidad. Mientras que sus colegas –prefectos opositores – optaron por una resistencia más práctica y oportunista, Manfred se mantuvo firme en su posición, buscando el respaldo de un Tribunal Constitucional inoperativo y de organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA).

Sin embargo, el apoyo mayoritario que recibió el Referéndum tanto de la población como por parte de la comunidad internacional, aportó a una rápida pérdida de fuerza política de los argumentos de Reyes Villa quien pronto entendió que su mejor opción era el retiro silencioso. A los pocos días, dejó el cargo en manos de su Secretario.

Es difícil decir con certeza cuáles han sido los factores más importantes en la decisión del ex-Prefecto, pero podemos mencionar los siguientes:

a) no contaba con el suficiente apoyo político, ni a nivel nacional (por ejemplo, de los otros prefectos de la oposición), ni a nivel departamental (por ejemplo, del Comité Cívico);

b) los resultados de la votación fueron indiscutibles. El porcentaje de revocación fue 65%, mientras que el 86% de los votantes de Cochabamba participó en el Referéndum (ver: www.cne.org para todos los resultados finales). Aún tomando en cuenta un nivel de irregularidades como el denunciado por el propio Reyes Villa y otros opositores, son datos que le imposibilitaban seguir funcionando como Prefecto del departamento;

c) dada esta situación, Reyes Villa sería visto como el principal responsable de las violencias que podrían ser provocadas en caso de mantenerse su renuencia a dejar el cargo;

d) el hipotético caso que Reyes Villa optara por la resistencia por ver alguna ventaja política en la provocación de una acción violenta por parte del Gobierno o el MAS, quedó descartado luego de la acertada disuasión de una toma a la fuerza que hemos mencionado líneas arriba.

El Secretario de Reyes Villa, Johnny Ferrel, intentó mantener la misma postura que su jefe, al decir que no entregaría su cargo a un prefecto interino que no fuera elegido de manera directa por la población. Esto resultó en pequeños enfrentamientos en las puertas de la Prefectura, el día 29 de agosto que sin embargo no pasaron a mayores. El mismo día tomó cargo Rafael Puente como Prefecto interino nombrado por el Gobierno Nacional.

En conclusión, para nadie el Referéndum Revocatorio se presentó como un momento estratégico para provocar conflictos violentos. La gestión del Presidente fue afirmada, de modo que tener enfrentamientos es lo último que les conviene al Gobierno y a los partidarios del MAS. En el caso de las distintas agrupaciones opositoras, el enfoque nacional ha sido o bien la posibilidad de revocar al Presidente o bien el bloqueo de su agenda política por otros medios. Los prefectos de la “media luna” fueron todos afirmados, como habían esperado, y habían tomado la decisión de “dejar pasar” al Referéndum como un inconveniente menor, para luego de nuevo pasar a la ofensiva con su agenda de control de los poderes departamentales.

¿Qué nos espera en el próximo futuro?

Los resultados del Referéndum Revocatorio del 10 de Agosto 2008 demuestran una clara vocación de la población por una Bolivia unida, participativa, incluyente y más equitativa. Para hacer esta lectura no es suficiente observar los resultados generales. Decir únicamente que el Presidente Morales consiguió un amplio 67% de apoyo en el país y el Prefecto Rubén Costas, el principal exponente de la oposición, un 66% en el departamento de Santa Cruz, podría llevar a malas interpretaciones. Se podría concluir, de manera equivocada, que la división del país es lo que prevalece.

Nadie cuestiona la existencia de dos posiciones opuestas, de dos visiones de país que se encuentran en disputa. Esto no es ninguna novedad, ni tampoco es señal de dificultades insuperables. Pero lo que el referéndum ayudó a conocer mejor es el alcance de ambas posiciones en términos de la democracia formal del Estado de Derecho: ¿cuántos votos las respaldan, cuántos las rechazan, cuántos no toman posición y cuántos no se han expresado? A partir de esos datos, las lecturas podrán variar, pero para ser serias, han de mantenerse dentro de ciertos parámetros.

¿Hubo fraude?

Un primer parámetro es la calificación de la credibilidad de los resultados oficiales del referéndum. Ha habido y sigue habiendo acusaciones de fraude, por parte de personas y agrupaciones quienes se identifican como voceros de corrientes opositoras al Gobierno Nacional. Sus demandas de “ilegalidad” no pudieron ser formalmente respondidas a un nivel nacional, debido a la crisis institucional del propio Estado de Derecho. Esta crisis es el resultado del mal manejo de los instrumentos de ese Estado en las últimas décadas. En consecuencia, el Tribunal Constitucional, la Corte Suprema de Justicia y otras instituciones salvaguardas de la legalidad, perdieron la legitimidad incuestionable que les debería caracterizar.

En el caso de las Cortes Electorales, la nacional y las departamentales, se pudo salvar un mínimo de funcionalidad. Esto por lo menos permitió la realización de elecciones municipales (diciembre 2004), presidenciales, departamentales y legislativas nacionales (diciembre 2005), y para Asamblea Constituyente (julio 2006); además de varios referéndums. Sin embargo, ni la Corte Suprema de Justicia ni el Tribunal Constitucional lograron mantener un mínimo de integridad. En consecuencia, las dos demandas de inconstitucionalidad del Referéndum revocatorio, no pudieron ser atendidas por el sistema legal de la Nación.

A un nivel internacional, la tarea de calificar de manera independiente la situación política del país, se complica aún más. Por un lado, está inconcluso el debate sobre las nuevas interpretaciones de la soberanía y autodeterminación de pueblos y naciones. En particular, hay fuertes pugnas entre las distintas propuestas de integración regional y mundial. Por otro lado, los instrumentos multilaterales de control y seguimiento a la vigencia de la normativa democrática se caracterizan generalmente por su poco impacto en los problemas más álgidos entre y dentro de naciones miembros. A pesar de ello, los posibles impactos de dictámenes de organismos como la OEA, Naciones Unidas y otros en países como Bolivia, hace que los mismos adquieren un considerable poder en la legitimización o deslegitimización de procesos electorales y gestiones de gobierno.

En este sentido, las misiones de observación electoral de la OEA, MERCOSUR y otros jugaron, por su presencia, un importante rol en la aceptación formal del Referéndum y sus resultados, y posiblemente también en la disuasión de violencias. De acuerdo con evaluaciones preliminares del responsable de la misión electoral de la OEA, expresadas en entrevistas con la Prensa Nacional, no se encontró indicios de irregularidades que pudiesen haber impactado significativamente en los resultados del Referéndum.

La población exige ser tomada en cuenta

Un segundo criterio que orienta la interpretación de los resultados del Referéndum, es el nivel de participación de la población en el referéndum. La Corte Nacional Electoral ha registrado un porcentaje de participación general del 83.3%. Para los departamentos, los datos fluctúan entre el 76% (Beni y Santa Cruz) y el 88% (La Paz).

Por otra parte, los votos en blanco en la calificación de la gestión gubernamental, llegan al 3.98% a un nivel nacional. Los porcentajes parciales más bajos se ubican en Chuquisaca (1.35%), La Paz (1.96%)y Oruro (3.11%), mientras que los más altos se dieron en Beni (9.46%), Tarija (7.56%) y Santa Cruz (6.43%). En la votación de las gestiones prefecturales, se presentan números parecidos. Las diferencias entre los porcentajes de votos en blanco para gobierno y para prefecto solo llegan a ser dos puntos o más en La Paz (5.07% de votos blancos para prefecto), Oruro (5.33%) y Beni (7.46%). Podemos concluir que los votos en blanco no llegan a expresar un importante rechazo al Referéndum como instrumento de participación. Más al contrario, confirman el deseo generalizado de la población de ser tomada en cuenta.

La sistematización de los datos oficiales sobre votos nulos confirma lo propio. En la evaluación de la gestión gubernamental ha habido un 3.44% de votos nulos a nivel nacional, fluctuando entre el 2.18% en Pando y el 4.15% en Cochabamba. En la calificación de las gestiones prefecturales, los datos se mantienen entre el 2.10% (Pando) y el 4.35% (Cochabamba).

El discurso de la división del país

En las semanas previas al Referéndum, grupos de choque intentaron demostrar al mundo que el Presidente Morales ya no podía pisar tierra en vastas regiones del país. Ocupando instalaciones del transporte aéreo lograron evitar en varios momentos que el Presidente y otros funcionarios aterrizaran en localidades de distintos departamentos. En vista a la coyuntura ya crítica y la necesidad de no dejarse provocar a usar la fuerza, el Gobierno Nacional prefirió ceder antes que intentar de desbloquear los lugares públicos ocupados. De esta manera, la estrategia ejecutada por los grupos de choque ayudó a promover la imagen de un país dividido con un presidente que ya no tenía pisada en la mayoría de los departamentos.

Esta misma idea estaba en el centro del discurso de prefectos opositores y de los comités cívicos de los supuestos “departamentos rebeldes”. En el curso de una accidentada gestión gubernamental, era su argumento, se habían aliado a los cuatro departamentos de la Media Luna tres más: Chuquisaca, Cochabamba y La Paz. Sólo Potosí y Oruro habrían quedado “bajo influencia de Evo y sus movimientos sociales”.

La imagen es invalidada por los resultados del Referéndum Revocatorio. La gestión del Gobierno Nacional no solamente consiguió dos tercios de los votos válidos emitidos por el Si o por el No. También recibió el voto mayoritario en 95 de las 112 provincias del país. Incluso en los departamentos considerados como “fieles” por los voceros de la Media Luna, los datos señalan la existencia de importantes matices. En términos generales la gestión del Gobierno recibió el apoyo del 40.7% en Santa Cruz, el 43.7% en Beni, el 52,5% en Pando y el 49.8% en Tarija. A un nivel provincial, la población de 7 de 15 provincias de Santa Cruz se expresó a favor de la gestión del Gobierno. Lo propio sucedió en 3 de las 8 provincias del Beni mientras que tanto en Pando como en Tarija el Gobierno obtuvo minoría en una sola provincia. Si ilustramos estos datos gráficamente llegamos a una imagen muy distinta de la supuesta división del país en dos bloques (ver figura 1).

Figura 1: identificación por provincia del voto mayoritario a favor o en contra de la gestión gubernamental (Fuente: Agencia de Noticias FIDES).

De-centralización y concentración de poderes

Hay otro criterio que los datos obligan a considerar a la hora de calificar los discursos sobre el futuro del país, sus departamentos, provincias, municipios y demás territorios. Es el tema de la legitimidad de las competencias ejecutivas y legislativas que se reclama para sí. El caso más álgido es la disputa por estos poderes de decisión que plantean el Prefecto Rubén Costas y el Comité Cívico desde Santa Cruz.

En su discurso público Costas plantea la autonomía como una demanda departamental que se riñe con la centralización de los poderes del Estado en el Gobierno Nacional. Los Estatutos Autonómicos promovidos por Costas y sus aliados plantean la ampliación de competencias ejecutivas y legislativas de un Gobierno Regional, más allá de lo estipulado en la actual Constitución Política del Estado. En contraste con esta posición, el Gobierno Nacional se ha expresado por una institucionalización de las competencias autonómicas en el marco de un nuevo proyecto constitucional. El proyecto gubernamental plantea considerar no solamente las autonomías departamentales sino también, las provinciales, las municipales y las que consideran competencias especiales en los territorios indígenas.

Detrás de las dos mencionadas posiciones polarizadas se encuentran intereses y necesidades de sectores que –si bien tienen puntos en común –se presentan mayormente como extremadamente opuestos, en particular con respecto a la posesión de tierras y el futuro del latifundismo.

Tal como se esperaba, inmediatamente después del Referéndum Revocatorio, ambos estos sectores buscaron retomar sus propias agendas políticas. Para el sector de Costas se trata principalmente de institucionalizar la concentración de poderes políticos en el aparato prefectural. El Gobierno Nacional busca legalizar un marco constitucional que permita avanzar en la formalización de los cambios estructurales planteados en la Agenda de Octubre. Esta agenda permite, desde el año 2003, la articulación política de sectores mayormente populares alrededor de demandas de la nacionalización y redistribución de recursos naturales.

El resultado general del Referéndum le ha concedido al Gobierno Nacional una renovada legitimidad para avanzar en el desarrollo de esta agenda política, pero sin olvidarse de las necesidades del 33% de votantes por el “No”. El mensaje conciliador pero también muy claro que transmitió el Presidente Morales en su discurso público al final de la jornada del Referéndum, mostró que existe consciencia sobre este doble significado de los votos emitidos.

No podemos decir lo mismo del discurso de Costas del mismo 10 de agosto, el cual indignó a muchos bolivianos, sean o no partidarios del Presidente Morales. Sin rehuir los insultos y otras provocaciones, Costas volvió a presentar su proyecto unilateral de reestructuración de la Prefectura como Gobierno Regional, en reemplazo de las instituciones del Estado Nacional.

Lo que Costas probablemente no ha sopesado con suficiente seriedad, es el hecho que en el Referéndum muchos votantes del Departamento de Santa Cruz respaldaron tanto la gestión de Costas (total 64.3%) como la de Morales (total 40.7%). Estos votos “cruzados” expresan un anhelo por avanzar en la construcción del país mediante el diálogo y la concertación. Otra señal de importancia para Costas es el hecho que tres provincias cruceñas revocaron su gestión. Se trata de Ichilo (con un 32.9% a su favor), Ñuflo de Chávez (36.0%) y Manuel María Caballero (40.1%). En otros cuatro provincias el apoyo al Prefecto no alcanzó el 60% (Obispo Santistevan 55.0%, Cordillera 56.1%, Guarayos 58.8% y Florida 59.6%).

Estos datos advierten la existencia de serios riesgos en relación a la promoción de modelos autonomistas que tengan la tendencia de suplantar la autoridad sobre un territorio mayor por otra sobre una parte menor. La población de una provincia podría agarrarse de esta misma idea para hacer prevalecer sus propios proyectos sobre los del departamento. Esto obviamente no beneficiaría ni a Costas ni a la provincia de Santa Cruz y el Estado boliviano.

Nuevos protagonismos

Los partidos políticos tradicionales han tardado en recomponerse tras su derrota en las elecciones de diciembre 2005. A la vez, tomó fuerza la articulación de un sector elitista a partir de agrupaciones regionalistas y sus representantes departamentales.

Por tener mayoría en el Senado, los partidos tradicionales logran mantener un cierto peso político, el cual han usado en buena parte para frenar y bloquear la agenda gubernamental por la vía legal. El caso de los prefectos opositores es distinto. Tal como ocurrió con el Presidente Morales quien fue electo a partir de un proceso de movilizaciones sociales, la construcción del peso político de la élite departamental pasó por un involucramiento de las masas. Para ello, los prefectos y comités cívicos se sirvieron de un discurso regionalista planteando una demanda de autonomía que no se distingue con claridad del separatismo.

Esta confusión parece ser mantenida de manera deliberada, y es un problema. El nuevo protagonismo invita a la radicalización de posiciones, como también brinda un espacio para la legitimización de grupos con posiciones radicales. Más allá de la necesidad de investigar las acusaciones de involucramiento directo de algunas prefecturas en la conformación y preparación de grupos de choque; es importante señalar que el discurso manejado por los prefectos opositores facilita la cobertura necesaria para que esos grupos puedan operar y prosperar.

Se están equivocando en grande. Al dar un nuevo impulso al espiral de las violencias, los prefectos y comités cívicos dejan las llaves del control que tanto anhelan tener en manos ajenas. Las violencias no solo no se dejan controlar; ellas toman control de las personas y sus situaciones. De manera prematura e irresponsable, algunos medios de comunicación plantearon la supuesta proximidad de una guerra civil. Es una interpretación errónea de los hechos, porque en todo este tiempo, los movimientos sociales quienes promueven la Agenda de Octubre han mostrado mucha cautela al no dejarse provocar a entrar en una sangrienta batalla. No hay duda que si en algún momento ellos eligieran responder con violencias a las provocaciones, los prefectos opositores y sus aliados pronto dejarían de cantar victoria. Pero también perdería la nación boliviana en su conjunto.

Incidentes y riesgos de violencia

La nueva radicalización de los discursos opositores, y el eco que hace entre activistas radicales, no respetan las señales que dio la población mediante su participación en el Referéndum Revocatorio. Tres incidentes graves mancharon el camino del diálogo y la concertación ya antes de concluirse el conteo de los votos:

- La Coordinadora Interinstitucional de Derechos Humanos denunció que en la tarde del mismo día del Referéndum, en San Ignacio de Velasco (departamento de Santa Cruz), más de 80 personas lideradas por dirigentes de la Unión Juvenil Cruceñista, el Comité Cívico y el Comité Cívico Femenino de la localidad, sacaron violentamente de su domicilio a cinco médicos y un pedagogo cubanos, amenazándolos de muerte y llevándolos a un sitio a 10 kilómetros de distancia en donde los soltaron.

- En la tarde del 13 de agosto, en la ciudad de Santa Cruz un grupo de personas no identificadas lanzaron nueve bombas caseras molotov a las oficinas del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS) y alrededores. Solo dos de los artefactos llegaron a explotar por lo que, con casi todo el personal de la institución presente, se evitó daños físicos mayores.

- El 21 de agosto, miembros de la Unión Juvenil Cruceñista intentaron tomar el Comando Departamental de la Policía cruceña y golpearon a los policías quienes habían recibido órdenes de no usar la fuerza contra la población civil.

Estas acciones violentas, más allá de sus intencionalidades particulares como ser: la imposición de lógicas de amedrentamiento; la preparación del reemplazo de facto de la Policía Nacional por cuerpos parapoliciales; o la provocación de una reacción violenta por parte de las autoridades nacionales; expresan también un alto grado de desesperación. El camino de las violencias suele volverse más atractivo cuando enflaquece el poder interior de las personas y agrupaciones sociales.

Durante el mes de septiembre arreció la ola de violencias. Aunque el abordaje de esos nuevos hechos sobrepasa el alcance de este informe, podemos mencionar que CEJIS fue atacado una segunda vez, oportunidad en la que su oficina fue completamente saqueada y quemada. Y no fue la única víctima. Se inició en los departamentos de la Media Luna una ofensiva generalizada en contra de la institucionalidad del Gobierno Nacional y de personas y organizaciones identificadas como sus aliados. Las tomas de oficinas gubernamentales y otras acciones fueron realizadas por personas quienes contaron en algunos casos menos, en algunos casos más, con el respaldo de las Prefecturas de estos departamentos.

Comentario final: el camino de la noviolencia

Los autores materiales e intelectuales de la ola de violencias que arreció durante el mes de septiembre 2008, pueden estar seguros que sus acciones no favorecerán ni la popularidad de Rubén Costas, ni la simpatía de la población por la autonomía departamental. Quizás esta sea la principal lección que nos dejó Manfred Reyes Villa al intentar de forzar su ascenso al poder vía la apelación a temores y rencores, y la provocación de la confrontación abierta.

Tras la salida de Reyes Villa, Cochabamba vuelve a respirar. Por mandato de la población, no tienen cabida ni la toma de instituciones, ni las golpizas de hermanos identificados como adversarios, ni la destrucción de valiosos recursos del Estado. Lamentablemente pasa lo contrario en los departamentos que ratificaron un prefecto de la oposición, sobre todo en Santa Cruz y Pando. Se ha vuelto cada vez más obvio que estos opositores se hacen valer de un doble discurso: palomas en la lengua, odio en el corazón; en una mano una banderita blanca, en la otra un bate de beisbol. Y también, contando los “muertos de Evo” sobre los cuales uno mismo tendría que asumir (parte de) la responsabilidad.

Al verse seriamente afectados en la promoción de su imagen de un país partido en dos, Rubén Costas y sus aliados tendrán que elegir entre dos caminos: insistir en la promoción de un discurso desnudado, mediante imposiciones y otros medios violentos y desde una fortaleza que se va a achicar cada día que pase; o abrirse a la realidad del país, achicar el ego, y sentarse a dialogar, con dignidad y humildad.

No siempre es fácil ver el camino de la noviolencia, pero siempre está ahí: accesible, transitable. Y aunque por ahora no lo crea, es el único que conduce a la paz con justicia social.

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